Alejandro Pedregosa nos muestra una Marbella más cultural

Alejandro Pedregosa nos muestra una Marbella más cultural

Su vida gira en torno a la Literatura y toca todos los géneros. De hecho, está a punto de publicar un nuevo libro de poemas y una novela, según nos confiesa. Mientras tanto, uno de los proyectos a cuyo texto también dio vida, el libro de retratos ‘Miradas de una ciudad’, de Jesús Chacón, por fin verá la luz, el próximo 28 de marzo y su puesta de largo se hará en el Museo del Grabado de Marbella. Hablamos con el poeta para que nos comente cómo se gestó esta colaboración.

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“Para mí Marbella más que placentera es placentaria”, Alejandro Pedregosa

“¡Qué buen ambiente cultural hay en Marbella y qué poco se visualiza!”, “¡Cuántos profesionales de las más variadas disciplinas artísticas hay!”, “Ojalá pudiéramos unirlos a todos”… Estas ideas fueron el germen del proyecto Miradas de una ciudad que unió el trabajo del autor de las fotografías, Jesús Chacón, con el del novelista y poeta Alejandro Pedregosa (Granada, 1974) y autor del relato O, entre otros, con el que ganó el Premio de la Crítica de Relatos de Andalucía y que en los próximos días, el 16 y 17 de febrero, será llevado al teatro con Historias Dobles.

A Alejandro lo entrevistamos por teléfono, entre uno y otro de los talleres literarios que organiza. Encantador y entregado como ya nos habían anunciado que nos resultaría, el autor de la novela Hotel Mediterráneo (2015, ed. Planeta) recuerda aquellos días de trabajo mano a mano con Jesús Chacón como una de las experiencias más enriquecedoras de estos últimos años.

¿Cómo conociste a Jesús?

De Marbella. Somos de pandillas amigas, los mismos institutos, los mismos bares… Aunque no teníamos una amistad… digamos oficial, a él le habían hablado de mi trabajo y yo ya sabía quién era él.

¿Que fue lo que te conquistó del planteamiento de Miradas de una ciudad?

Pues me lo planteó de una manera tan plana, tan sincera y honesta que no pude decir que no… Los dos teníamos el mismo anhelo de hacer de Marbella un lugar más artístico. Aquí hay mucha gente que se dedica a diversas disciplinas y se trataba más bien de ponerle rostro a todos ellos. Realmente era una idea a la que yo también le había dado vueltas anteriormente. Así que me pareció genial que pudiéramos unirlo.

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Además de los textos del libro, uno para cada uno de los 74 retratos, también participaste en las sesiones fotográficas. ¿Qué recuerdas de la tuya?

Pues que fue súper sencillo. Incluso Jesús me dijo si yo estaba acostumbrado a esto. Pero no. Estaba tan tranquilo con él que no tardamos casi nada. No me puse tenso. Me acuerdo perfectamente que era primavera. Lo sé por el jersey que llevaba… Era uno de esos días chulos de primavera en Marbella. Uno de esos buenazos con el cielo celeste como las fotografías de los 70. Es algo que me llama mucho la atención de la Costa de Sol, ese cielo azul como de postal.

Estuvimos primero en el estudio y luego, nos tomamos una cervecilla en una terraza hablando del proyecto. Jesús, con esa ilusión que él pone a todo lo que hace, me la transmitía de manera intensa.

¿Lo más interesante de esta experiencia?

Que fue muy enriquecedora. Me refiero al trabajo de los textos porque primero había que nutrirse con las biografías de cada uno de estos artistas y, a raíz de ahí, generar un texto que fuese medio lírico y que pudiese proyectar al lector una doble lectura: una entrada y un feedback. Fue un verano entero de trabajo, pero muy chulo, en contacto directo con Jesús casi a diario.

¿Tenías un método concreto o trabajaste de forma independiente el texto de cada retrato?

Lo que solía hacer era que me ponía el retrato delante y en un papel la biografía (aunque yo también me hacía mi propia biografía extraída de lo que había investigado del personaje). Y entre lo que esa persona había hecho y lo que Jesús había sacado del rostro, la mirada, etc. inventaba un poema de 4 o 5 versos, no más. En ellos intentaba conjugar las dos cosas, tanto la personalidad que reflejaba el retrato como el aspecto profesional del personaje. Siempre era la misma técnica. Mitad vida, mitad imagen. Trataba de que el texto sugiriera algo que el lector no tenía por qué conocer: algún aspecto de un chaval que juega al rugby o de un pintor que igual no tiene tanta fama como un David Delfín o un Dani García… Y lo interesante era conseguir que el lector, mediante el texto, supiera apreciar a qué se dedicaba, algo de su personalidad y también de su obra.

¿Qué vinculación tienes con Marbella?

Nací en Granada pero me crié en Marbella. Tengo la mitad de mi familia aquí y es mi lugar en el mundo. Para mí Marbella más que placentera es placentaria… es como mi placenta (Risas).

¿Aparece Marbella en tus libros de alguna manera?

Sí, sobre todo en la poesía por el corte más intimista. La infancia, la crianza….

Un lugar lírico de Marbella que te inspire.

La playa de San Ramón, un poco más recogida que las del Paseo Marítimo de todo el mundo. Es una playa muy popular, de la gente del pueblo. En verano, bajan de los barrios más humildes. Ves las diferencias entre estas playas y las del centro más llenas de turistas. Y esa playa tanto en verano, como y, sobre todo en invierno, es uno de mis lugares favoritos. Ahí terminan las playas de la ciudad, en esta de San Ramón, enfrentada al puerto. Me encanta ir allí a leer, a pensar, a pasear…

¿En qué andas ahora profesionalmente hablando?

Estoy esperando a publicar un libro de poemas y otro de novela. Pero aún no puedo adelantar nada más. Y sigo impartiendo mis talleres de creación literaria por toda la geografía española: Granada, Barcelona, Pamplona… En primavera voy a Marbella, justamente. Y bueno, escribo en diarios, doy conferencias… mil cosas necesarias para reunir una vida en torno a la literatura.

Entrevista: Rosa Marqués @rocamarcar