¿Es el turismo de caza un arma de doble filo?

¿Es el turismo de caza un arma de doble filo?

La caza representa el 0’3% del PIB español

Si les decimos que nos vamos de viaje a realizar turismo cinegético muchos se quedarán pensando qué es lo que vamos a hacer.

El término no da pistas sobre su significado, pero si le decimos ‘turismo de caza’ la cosa cambia. A muchos se nos arruga el rostro. Matar animales, sea por la razón que sea, no es algo agradable de contar y si además lo calificamos como ‘deporte’ las reticencias serán aún mayores.

Guste o no este tipo de turismo, legal, genera una gran riqueza y hay muchas partes del mundo que lo ofrecen y viven de él.

Los que defienden este tipo de turismo aseguran que ejecutado de forma controlada ayuda a la conservación de las especies y a la supervivencia de las comunidades de esas zonas. Ejemplo de ello es la Finca La Nava, que visitábamos recientemente.

Si hablamos de datos, España es el segundo país de Europa con mayor número de licencias, alrededor de 850.000, una cifra que solo supera Francia. También somos líderes en cuanto a cotos de caza, así en la Península Ibérica hay unos 33.000.

Pocos imaginan la enorme infraestructura que conlleva este tipo de turismo.  Esta abarca todo lo relativo a logística, concesión de permisos, control de las empresas que lo ofrecen…

Los datos

Según un estudio de Deloitte sobre su impacto económico y social, la caza representa el 0’3% del PIB español, una cifra que puede parecer menor pero que entendemos mejor si decimos que es similar a el que genera la venta neta de vino. Este estudio sitúa la cifra de empleos a 187.000, que supondría el 1% de la población activa de España.

El perfil del cazador responde al de un graduado universitario con cerca de 2000 euros de ingresos mensuales netos y que solo en tarjetas de coto gasta una media de 2300 euros. Se calcula que alrededor de 800.000 personas practican este deporte lo que se traduciría en que es el tercer deporte más practicado en España después del fútbol y el baloncesto.

Los contratos que derivan de esta actividad se realizan en siete de cada diez casos a personas con estudios primarios algo que sus defensores consideran una importante ayuda a la integración laboral.

Según el citado estudio de Deloitte el 87% del territorio nacional es de aprovechamiento cinegético y dentro de esto es la provincia de Castilla y León la que cuenta con una mayor dimensión.

El informe de Deloitte publica que alrededor de 800.000 personas practican la caza y, de ellas, 334.000 cuentan con licencia federativa.

El sector defiende que la caza favorece los entornos rurales al invertirse por ejemplo cerca de 300 millones de euros en repoblación ambiental en los cotos, en mantenimiento de vías…

El cazador es la figura más visible de este sector y quien más gasta, pero son muchos los perfiles relacionados directamente con esta actividad. Los titulares de los cotos, el organizador profesional de caza, los rehaleros (cuidan los equipos de perros) o los agentes de la industria cárnica son algunos de ellos.

Trabas al sector

Respecto a los cazadores hay que diferenciar entre el mercado nacional y el internacional. Este último deja un impacto económico mucho mayor, se calcula que hasta 25.000 de ellos visitan anualmente nuestro país desembolsando hasta 6.000 euros por monterías de lujo de un par de días.

Desde la Fundación Artemisan lamentan que este turismo sufra “múltiples trabas” desde su llegada a España como son horas de espera en el aeropuerto de Madrid debido a insuficiente personal para revisar las armas o las licencias de armas cuyo sello en España es muchas veces incompatible con la actuación de otros países y ello hace que el documento quede invalidado a la vuelta del turista.

El sector animalista, partidos políticos como PACMA o Podemos, son muchos los sectores que quieren acabar con esta actividad mientras que los cazadores se consideran a ellos mismos “ecologistas” asegurando que ayudan a controlar, mantener y evitar la extinción de especies.

Además, el sector defiende que la caza favorece los entornos rurales al invertirse por ejemplo cerca de 300 millones de euros en repoblación ambiental en los cotos, en mantenimiento de vías

Los que practican la caza afirman que se enfrenta en muchas ocasiones al juicio de la sociedad, algo que para el colectivo de debe “al desconocimiento”. Esto ha hecho que muchos oculten o al menos no alardeen de sus jornadas de caza e incluso se ha creado la plataforma myhuntbook.net/es/ en la que suben imágenes sin perjuicio de ser criticados.

Nos encontramos ante un sector turístico que se enfrenta a tiempos difíciles. Cada vez más bloques de la sociedad están concienciados sobre la necesidad de un mejor trato a la flora y la fauna del mundo, una filosofía que, a simple vista, no casa muy bien con la caza.

Ese mismo argumento es, sin embargo, utilizado por los cazadores que tratan de hacerse oír defendiendo que son esenciales para el mantenimiento de las especies. Dos caras de una misma historia.