El por qué de la turismofobia, un fenómeno incómodo para todos

El por qué de la turismofobia, un fenómeno incómodo para todos

Si hay una palabra que ha cobrado en los últimos años una popularidad desmedida es ‘turismofobia’. Un fenómeno que viene a ser lo mismo que “morir de éxito” en el mundo del turismo. En un país como España, el turismo supone un 14’9% del Producto Interior Bruto (PIB) actualmente, según el informe anual del Consejo Mundial de Viajes y Turismo. Una cifra que da idea de los miles de millones que mueve esta industria en el que es hoy el segundo destino turístico mundial.

Pero la convivencia entre ciudadanos y turistas en masa se ha tensado, dificultando el equilibrio necesario para que ambas partes disfruten de sus derechos. El problema no está personalizado en el turista en sí, si no que viene principalmente de factores como la ruptura de la vida cotidiana de los ciudadanos, el incremento de los precios del alquiler y del coste de vida, degradación de flora y fauna o la contaminación ambiental.

La ciudad pierde su ritmo de vida y deja de ser cómoda para aquellos que la consideran “suya”.  Por si fuera poco, en los últimos años ha venido a unirse a toda esta problemática la denominada ‘gentifricación’ un proceso por el que personas de clase alta van desplazando progresivamente a los habitantes de “toda la vida” del centro de las ciudades. Estos ven como sus alquileres suben a precios desorbitados y son obligados a marcharse a zonas periféricas.

Ante estas situaciones desde hace varios años asistimos a la celebración de protestas, manifestaciones y convocatorias en la que se corea aquello de ‘Tourists go home’.

Primeras medidas

El pasado mes de abril más de una docena de ciudades españolas y europeas ha creado una red de Ciudades del Sur de Europa contra el turismo masivo y sus consecuencias, la iniciativa ya fue impulsada hace un par de años desde Barcelona y ha ido tomando forma en la actualidad. Desde esta entidad pretenden que se pongan en marcha por ejemplo diferentes normativas para las viviendas según sean estas de uso turístico o regular. Así mismo manifiestan que habría que diferenciar entre los diferentes impactos según las ciudades ya que no es comparable lo que sufren ciudades como Barcelona o Venecia, graves ejemplos ambas de ellas.

Esta red pretende sensibilizar a la opinión pública y presionar a las administraciones públicas para que se desarrollen criterios de sostenibilidad. Este tipo de destino suele estar repleto de oferta hotelera y actividades programadas para el turismo mientras que la oferta de ocio y cultural a lo largo de todo el año para la población local suele empobrecerse.

Bajo este escenario comenzaron a producirse en España los primeros actos vandálicos cuyas repercusiones dieron la vuelta al mundo. Como ejemplo citar el nacimiento de Arran, vinculado a la CUP y cuyo modus operandi se basaba en acciones como pinchazos a bicis turísticas, ataques a autobuses descapotables…en otras ciudades como Mallorca aparecieron pintadas en yates o restaurantes. Hechos similares se produjeron en territorios como el País Vasco donde grupos radicales de izquierdas se lanzaron contra la masificación turística.

El gran caballo de batalla: las plataformas turísticas

Capítulo aparte merece la consolidación de las denominadas plataformas de alquiler turístico que además de suponer una competencia fuerte a la industria hotelera tradicional suponen un problema de convivencia con el resto de vecinos que oyen como maletas van y vienen, se celebran fiestas hasta altas horas de la madrugada…..todo ello difícil de conciliar con la rutina diaria.

¿Quién no ha oído hablar de Airbnb? Se trata de la plataforma mundial más conocida y ha facilitado a millones de usuarios sacarse un dinero extra alquilando habitaciones o pisos vacíos. Esta posibilidad ha derivado con el tiempo en especuladores que vacían inmuebles enteros para reutilizarlos como turísticos. Todo ello amparado durante años en un vacío legal que Hacienda está tratando de regular ahora obligando a los propietarios a que soliciten una licencia especial, una tarea difícil debido a que las plataformas ni siquiera poseen todos los datos solicitados sobre los usuarios.

En teoría, con las nuevas regulaciones se busca una mayor vigilancia para que los propietarios de estos pisos o apartamentos arrendados a través de entidades como la citada o como Homeaway y Niumba hagan efectiva la liquidación del IVA e incluir los ingresos en la declaración de la renta.

Mientras las normas se van adaptando y endureciendo hay varias ciudades que han optado ya por la prohibición total o parcial de este tipo de alquileres.

La pionera en este sentido ha sido Palma de Mallorca que ha prohibido desde el próximo mes de julio el alquiler turístico con excepción de los situados en aeropuertos y áreas de uso no residencial como los polígonos industriales.

Pero no sólo en las islas han tomado medidas. En la ciudad de Valencia no han sido tan estrictos pero de cara a esta temporada han acotado las posibilidades permitiendo que únicamente los bajos y las primeras plantas puedan alquilarse para este uso, algo que estará regulado en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Así el Consistorio debe emitir un informe que certifique la compatibilidad de uso turístico.

Desde el Ayuntamiento aseguran que buscan un modelo de “turismo sostenible” y que esta medida puede afectar a entre el 65 y el 75% de las viviendas entrando dentro de la norma la minoría restante.

Otra de las ciudades europeas han comenzado ya controlar a este tipo de turismo no sólo a través de las pernoctaciones si no estableciendo un número máximo de turistas por días o instalando impuestos que ayuden a paliar el daño que causan en los destinos masificados.

Uno de los ejemplos más conocidos es la ciudad de Venecia que para controlar el torrente de turistas han puesto “contadores de personas” para acceder al Casco Histórico. La ciudad recibe la friolera de siete millones de visitantes al año y desde el Ayuntamiento quieren evitar que los venecianos decidan irse a zonas más tranquilas huyendo del centro. Se trata de controlar el difícil equilibrio de una ciudad que es a su vez un museo en sí misma.

De momento y hasta que las nuevas normativas empiecen a hacer efecto los alojamientos turísticos seguirán siendo especialmente populares, de hecho, uno de cada tres viajeros afirma que prefiere este tipo de estancia que además ven especialmente atractiva si el anfitrión conoce la zona y les puede aportar un plus como “guía local”.

Sin duda la tecnología es la que ha venido a permitir y facilitar sobremanera este tipo de turismo. Un 50% de los viajeros afirma que le da igual que su viaje sea planeado por una persona real o por un ordenador, siempre y cuando tengan todas sus dudas resueltas.

Estamos por tanto, asistiendo a nivel mundial a la transformación de un sector que está ante la necesidad de renovarse adaptándose a las nuevas exigencias del mercado.