Nuestro fin de semana en Bacalar, Riviera Maya

Nuestro fin de semana en Bacalar, Riviera Maya

En nuestro paso por la Riviera Maya, el Pueblo Mágico de Bacalar, ubicado a unos 40 km de Chetumal, estaba en uno de los primeros lugares de nuestra bucket list.  Habíamos escuchado sobre su laguna de 7 tonos de azul, que varían según la profundidad de las aguas, su concentración de minerales y la intensidad de los rayos del sol.

Al llegar al pueblito, lo primero que hicimos fue dirigirnos hacia el centro hasta llegar al Fuerte de San Felipe, desde donde se puede disfrutar de una impresionante vista de la inusual laguna.

A lo largo de sus costas se pueden encontrar distintos hoteles, villas y cabañas donde alojarse, muchas de ellas bajo un concepto eco-turístico,  y algunas con acceso directo a sus refrescantes aguas. Algunos sitios ofrecen incluso el desayuno y distintas recomendaciones para lanzarse a la aventura como kayaks, lanchas o veleros.

Por suerte para nosotros nos fue muy fácil rentar un velero que nos llevó a visitar los principales atractivos de la laguna: el canal de los piratas, la zona de manglar, el cenote negro o “cenote de las brujas”, el “cenote Cocalitos” con sus antiquísimos estromatolitos, la isla de los pájaros, así como la zona de la playa con arcilla, ¡donde pudimos hacernos una mascarilla limpiadora con la que nos cubrimos completos!

 

No dejamos pasar la oportunidad de estar más tiempo en nuestros puntos favoritos, así que esta vez nos aventurarnos con el Kayak. Rápidamente nos dimos cuenta que era más fácil de lo que pensábamos, solo era cuestión de coordinación.

Para el lunch (casi cena) fuimos a La Playita, un restaurante muy acogedor y con mucha personalidad, rodeado de vegetación y con una espectacular vista a la laguna.

Para la noche fuimos a escuchar un poco de música y compartir unas bebidas al Galeón Pirata, un lugar muy auténtico con una ambientación y entre rockera y hippie. Al regresar a nuestro hotel disfrutamos de la tranquilidad del ambiente jugando cartas en el muelle, ambientados con la relajante sinfonía de grillos, ranas y cigarras, ¿hace cuánto que no escuchábamos algo así?

Al día siguiente decidimos que sería buena idea visitar el cenote de Azul, no nos equivocamos, nos la pasamos muy bien en este maravilloso lugar donde pudimos poner en práctica nuestras habilidades con los clavados gracias a que tiene una profundidad de más de 90 metros.  El equipo de snorkel nos permitió admirar las formaciones rocosas y el entramado de raíces que se ubican en las orillas de esta fosa natural.

Más tarde, regresamos a visitar el museo del fuerte de San Felipe, un antiguo edificio construido en el siglo XVIII, que en su momento sirvió para proteger a Bacalar de los ataques de los piratas que buscaban apoderarse del Palo del tinte. Cuando este edificio dejó de cumplir su función fue convertido en un museo, mismo que hoy resguarda la fascinante historia del pueblo.

Antes de partir hicimos una parada para hacer una última comida en el lugar, y esta vez visitamos el restaurante Kai Pez, un lugar ajardinado, también en la orilla de la laguna, desde donde se pueden tomar románticas fotografías del atardecer.  Qué pena que llegara a su final este mágico recorrido por uno de los rincones más hermosos de la Riviera Maya. ¡Podríamos quedarnos aquí para siempre!